FUNDAMENTOS
Señor Presidente:
A través
del presente proyecto de ley, venimos a proponer la catalogación con Nivel de
Protección Estructural de los inmuebles que conforman el Hospital General de
Agudos “Bernardino Rivadavia”, institución médica de carácter público que
presta, desde hace más de 120 años, asistencia pública a miles de pacientes y
donde actualmente se brinda atención hospitalaria general y servicios en salud
mental, tercera edad, gerontología y especialidades médicas para adultos y
niños.
El 28 de
Abril de 1887 se inauguró oficialmente, en un predio adquirido por el
Municipio, el nuevo Hospital de Mujeres que pasó a llamarse
"Hospital General de Mujeres Bernardino
Rivadavia". Tal como señala el Doctor Rodio Raíces en su
libro “Breve Historia del Hospital Rivadavia”, el mismo ocupaba
aproximadamente “(...) una superficie total de 42.850 metros cuadrados de
los cuales 8.212 estaban edificados y el resto correspondía a calles y
jardines”.
El
Hospital se emplazó sobre calles de tierra, un arroyo y una zanja (calle Gallo
hoy Austria), en un área caracterizada por un conjunto de quintas
relativamente alejadas del centro urbano de la Ciudad, ubicadas sobre un
relieve quebrado próximo al río, área que, en ese entonces, formaba parte de
los bordes donde se situaba "lo peligroso" de la trama de Buenos Aires.
El paisaje de
los alrededores del Hospital Rivadavia, describía una fisonomía propia de la
época. Viniendo hacia esas tierras se podía divisar el ‘hueco de las
cabecitas’ (hoy plaza Vicente López), la Iglesia del Pilar, el Cementerio de
la Recoleta, los Mataderos del Norte (hoy anexo Facultad de Ingeniería de la
Universidad de Buenos Aires) y plazas aledañas hasta llegar a la Penitenciaría
Nacional (hoy Parque Las Heras), amurallada con torreones donde hacían guardia
día y noche el personal armado; junto a un entorno construido donde se
encontraban casas humildes, fincas y mansiones, algunos burdeles frente a la
cárcel, almacenes de ramos generales y pulperías.
El Hospital Rivadavia, como el Muñiz, se diseñó
receptando el pensamiento higienista, inspirado en las ideas reformistas de la
Europa del siglo XIX que sostenían Owen, Fourier y Garnier, entre otros
autores.
En su concepción se
destaca un sistema de pabellones de estilo neoclásico, aislado por senderos y
jardines circundantes para la curación y prevención de
enfermedades, mediante la acción benefactora de la luz natural,
los ambientes ventilados y el uso adecuado y estético de la
vegetación como entorno sanitario de la institución hospitalaria.
El
higienismo se incorporó teóricamente a la planificación paisajística de Buenos
Aires a través del “árbol” como instrumento sanador de la urbe; primando en la
intervención de espacios públicos: jardines, plazas y parques. Esa sociedad,
aún sin contar con antibióticos y afectada por epidemias urbanas, pensó en los
espacios verdes de los hospitales como ámbitos de sanación y ambientes
restauradores de la salud, concepto que aplicó, entre otras instituciones
médicas, al Hospital Rivadavia.
Los pabellones del Hospital se edificaron con
orientación noroeste-sudeste para aprovechar la luz natural durante la mayor
parte del año, calculándose una distancia de 53 metros entre las
construcciones - el doble de su altura -, para que los rayos del sol
incidieran hasta la base de los mismos (Raíces, R. obra citada).
La confección de los planos y la dirección técnica
del Hospital estuvo a cargo del arquitecto sueco Enrique Aberg, iniciándose la
obra el 1 de mayo de 1881, la que fue concluida cinco años más tarde por el
arquitecto Carlos Heynemann, socio de Aberg.
Se destaca que Enrique Aberg, fue Arquitecto
Nacional y autor entre otras obras del Hotel de Inmigrantes en Retiro (1876),
la Aduana de Rosario (1876), las estaciones ferroviarias de Rosario y de
Tucumán (1877), la Capilla-Mausoleo del General San Martín en la Catedral
Metropolitana (1879) y el edificio de la Administración de Gobierno, que luego
formó parte de la Casa de Gobierno y del Museo de Ciencias Naturales de La
Plata.
El conjunto hospitalario quedó cercado por muros,
menos sobre la calle Chavango (hoy avenida Las Heras), que presentaba una
verja de hierro desde la cual se podían visualizar los pabellones de dos a
tres pisos de altura y sus jardines perimetrales.
Conforme sostiene el Dr. Rodio Raíces, se habían construido cinco pabellones
de los cuales cuatro prestaban servicio para Medicina y Cirugía y uno para
Maternidad. A su vez, se encontraba presente la Capilla Nuestra Señora del
Huerto y el depósito de cadáveres y una caballeriza para las ambulancias, por
ese entonces impulsadas a tracción a sangre.
La
iluminación de faroles a gas funcionó hasta el año 1903, momento a partir del
cual tuvieron lugar la instalación de luz eléctrica y de fuerza motriz para
los ascensores hidráulicos, importados de Europa, que permitían subir
rápidamente a las salas de los pabellones. A su vez, se fabricó una torre de
madera a fin de sostener un tanque de 5.000 litros destinado al riego y, en el
año 1905, se instalaron dos invernáculos para el cultivo de plantas y depósito
de tierra y abono.
En 1912
fue modificada la entrada por Sánchez de Bustamante, nivelándose la calzada
para disminuir el declive. Además del desmonte de la calle y el arreglo de la
vereda, se removió la basura y tierra que se encontraba en Gallo y Tagle. Se
adoquinó con piezas de madera la calle Sánchez de Bustamante, luego de su
nivelación, y se empedró la avenida Las Heras habilitada para el tránsito
vehicular.
A
través de los años, en el predio se levantaron nuevos pabellones,
complementando con salas más modernas las cinco edificaciones existentes. En
1894 se construyó el “Pabellón de Dirección y Administración”, sobre Sánchez
de Bustamante, donde luego se instalaron dos escuelas de Enfermería: una del
Hospital y otra de la Cruz Roja Argentina.
A
partir de 1903, se construyeron: el “Pabellón Siglo XIX”, posteriormente
denominado Olivera, el “Pabellón Cobo” (1908), ambos paralelos a la calle
Pacheco de Melo, y el “Pabellón de Laboratorio y Anfiteatro” (1908) ubicado
sobre la calle Gallo de frente a la calle Gutiérrez. Durante 1928 se levantó
el pabellón “Laboratorio Central” ubicado entre los Pabellones Siglo XIX y
Cobo y se edificaron dos nuevos edificios para el Instituto de Maternidad.
En 1934
se construyó el pabellón emplazado en la esquina de Sánchez de Bustamante y
Avenida Las Heras, destinado en su origen a prestar servicios a pensionados y
que luego fuera destinado a diferentes actividades del Hospital, siendo
actualmente el Centro de Educación Médica e Investigaciones Científicas (CEMIC)
que funciona en forma independiente del Hospital.
Los
jardines del Hospital fueron diseñados - tal como resulta del trazado del
antiguo plano que obra en el historial fotográfico de la Sociedad de
Beneficencia -, bajo una clásica morfología de estilo francés y recursos
paisajísticos propios de la concepción de las áreas verdes de fines del siglo
XIX y principios del XX; con senderos internos que operan como nexos de
recorrido del conjunto, dispuestos en forma ondulante, a excepción de aquellos
que circundan un pabellón a través de un jardín perimetral o de los que
conducen a un sitio de encuentro o bifurcación de caminos.
Respecto a las plantaciones del Hospital, el Dr. Raíces sostiene en la obra ya
mencionada que, durante el período 1891-1914, en el cual Charles Thays dirigió
el área de Parques y Paseos de la Municipalidad de la Capital, se realizó una
destacada donación de árboles, pudiendo observarse actualmente, incorporadas
al entorno verde de los jardines, más de 75 especies, entre árboles, arbustos
y palmeras, y más de 20 especies de herbáceas.
En tal
sentido, algunas de las especies existentes son nativas y se encuentran en el
lugar casi desde los orígenes del Hospital; conformando una masa arbórea, con
ejemplares añosos y de gran magnitud, entre los que se destacan las tipas (Tipuana
tipu) que bordean los senderos y las que conforman parte estructural de
los jardines: palos borrachos (Ceiba speciosa), plátanos (Platanus
acerifolia), fénix (Phoenix canariensis), cicas (Cycas revoluta),
que confieren al sitio y al entorno una identidad característica y lo
constituyen un hito urbano de la Ciudad.
Asimismo, en los jardines del Hospital se encuentran actualmente los bustos de
diversas personalidades: Bernardino Rivadavia, Carlos Lloveras y Samuel Molina
y diversas piezas escultóricas, tales como: “Ángel del Cementerio”, “Damas de
Luz” y la imagen de la “Virgen de Lourdes” que agregan su valor cultural al
patrimonio natural del espacio.
El área que rodea al Hospital
General de Agudos “Bernardino Rivadavia”
es una zona Residencial General de Densidad Alta (R2a); encontrándose el
citado hospital emplazado en una zona Equipamiento Especial (E4) (parágrafo
5.4.3.4 del C.P.U.),
destinada a la localización de usos singulares que, por sus características,
requieren terrenos de gran superficie y normas particularizadas para cada
actividad, siendo sus usos los específicos de la actividad principal de que se
trate y los usos complementarios y conexos necesarios para el desarrollo de
dicha actividad; constituyendo estos elementos los grandes equipamientos a
escala urbana y/o regional.
El Código
de Planeamiento Urbano, en su Sección 10, establece herramientas para la
protección y preservación de los inmuebles que revistan valor urbanístico,
arquitectónico, histórico-cultural y/o singular para la Ciudad. El valor
urbanístico comprende las cualidades que posee un edificio que define o
califica la trama, el paisaje urbano o el espacio público. El valor
arquitectónico, se otorga a los elementos poseedores de calidades de estilo,
composición, materiales, coherencia tipológica y otra particularidad
relevante. El valor histórico-cultural, se presenta en aquellos elementos
testimoniales de una organización social o forma de vida que configuran la
memoria histórica colectiva y un uso social actual, y, el valor singular, se
refiere a las características irreproducibles o de calidad en cuanto a los
aspectos técnicos constructivos o el diseño del edificio o sitio.
El
Hospital General de Agudos “Bernardino Rivadavia” tiene un alto valor
patrimonial arquitectónico y histórico-cultural. Sus pabellones y jardines
conforman un concepto de unidad hospitalaria, en el cual se enfatiza la
vinculación entre salud y naturaleza propia del higienismo, mediante una
composición arquitectónica-paisajística, en donde los elementos constructivos
se integran al diseño de la trama de jardines, sus especies arbóreas y los
elementos decorativos singulares, trayendo al presente un verdadero testimonio
de época de nuestra Ciudad.
Sus
edificios Maternidad A y B, Pabellones Central, Molina, Cobo, del Arca y CEMIC;
el Hospital de Odontología y la Capilla del Hospital, entre otros, en donde se
desarrollan diversas actividades científicas y docentes, tales como la Escuela
de Instrumentación Quirúrgica, el Museo del Hospital Rivadavia y el
Departamento de Capacitación "Bernardino Rivadavia", resultan merecedores de
una protección patrimonial especial y, en tal sentido, consideramos necesario
catalogarlos con nivel de protección estructural e impulsar su incorporación
al Catálogo Urbanístico, con el objeto de proteger el exterior de los mismos,
su tipología, los elementos básicos que definen su forma de articulación y
ocupación del espacio, permitiendo modificaciones que no alteren su volumen;
dado que cuentan con un carácter singular y tipológico, y por su valor
histórico y arquitectónico caracterizan su entorno y son testimonio de la
memoria de la comunidad.
Lo
anterior cobra mayor relevancia, ante las versiones que dan cuenta de la
intención del Gobierno de la Ciudad de demoler el Hospital, en todo o en
parte, a efectos de instalar en su reemplazo un centro de alta complejidad.
Por eso y
por las demás razones expuestas es, Señor Presidente, que a fin de preservar
el Hospital General de Agudos “Bernardino Rivadavia” como patrimonio público y
parte esencial de la salud, la historia y la cultura de la ciudadanía de
Buenos Aires, solicitamos la aprobación de la presente ley.