21 de febrero de 2006
AÑO DE LA HERMANDAD RIOPLATENSE
En el diario La Nación del domingo pasado en la página 19 en una sección de artículos referidos al tema de las
papeleras, hay publicado un chiste gráfico donde el humorista Nik con la presencia siempre simpática de
Gaturro, escribe entre otras esta frase: ,.y si entramos en guerra con uruguay,.
Considero infeliz el uso de esta frase en general y la inclusión de la palabra Guerra con esta liviandad. Quizás el
humorista, acostumbrado a vivir entre personajes de chiste, mandaría a sus personajes a luchar esa guerra día tras día desde las páginas del diario. O quizás esté acostumbrado a una óptica chistosa donde todas las palabras se pueden decir en broma en forma independiente de su significado.
Pero a la Guerra no van los personajes de los chistes sino que van personas que a su vez tienen familias. Y casi siempre los que van a la Guerra no son los individuos por sí mismos sino que los mandan otros que no van y que son habitualmente los afectados en sus intereses.
Usar la llegada del diario para tomar una situación delicada y ya querer convertirla en una posibilidad de guerra aunque sea con un chiste es algo de pésimo gusto y que no le hace bien ni le sirve a
nadie, quitándole el dramatismo que una guerra tiene. Haciendo parecer que una guerra es algo
banal, intrascendente, que se puede tomar como chiste es desaprovechar la oportunidad de tener un gesto
inteligente, apaciguador y/o diplomático.
Creo que no se debe sugerir siquiera la posibilidad de una guerra con nadie y menos con los vecinos ya que la Legislatura de nuestra Ciudad mediante la Ley Nº 1152 sancionada en 2003 ha declarado al año 2006 como “Año de la Hermandad Rioplatense” al cumplirse el bicentenario de la Reconquista de Buenos Aires.
Creo necesario trascribir aquí los fundamentos del proyecto que diera origen a la citada
ley, toda vez que como el chiste sugiere una posibilidad de conflicto por una fábrica que ni sabemos de quién
es, Curiosamonserrat sugiere la posibilidad de un arreglo que como la teoría que le diera el Premio Nobel de Economía a John
Nash, [“además de que gane cada parte se pueda llegar a un arreglo donde ganemos TODOS”:
El presente proyecto propone declarar al año 2006 como "Año de la Hermandad Rioplatense".
La razón de la fecha se refiere a los doscientos años de la reconquista de Buenos Aires con el auxilio de la Ciudad de
Montevideo, hechos ocurridos en 1806. Actitud que fuera, a su vez, retribuida en
1807, cuando el pueblo de la Ciudad de Buenos Aires exigió al invasor inglés como condición de su capitulación, la liberación de la Ciudad de Montevideo que las tropas inglesas mantenían ocupada por la fuerza.
Muchas son las razones de la hermandad rioplatense. Lo rioplatense es históricamente una unidad. Al observador
extranjero, en una primera mirada global, le sería difícil hallar las particularidades. Las dos orillas del Río de La Plata se presentan indeferenciadas en una sola riquísima y singular identidad. Al decir de Roque Saenz Peña: " una sola sociabilidad asentada en dos soberanías".
Los aborígenes de etnia Guaraní, han bautizado nuestros ríos y geografía común. Las corrientes
descubridoras, conquistadoras y colonizadoras de España, marcan el mismo origen postcolombino de nuestros hombres y
mujeres, pueblos, ciudades, casas de estudios, organización política, leyes,. Por otra
parte, partieron desde Buenos Aires los primeros que poblaron Montevideo y ambos pueblos compartieron la lucha contra el invasor inglés. Las invasiones y su rechazo constituyen una misma gesta compartida entre hermanos de las dos orillas.
Con posterioridad, resalta el aporte de orientales a la causa americana, con su participación en la Campaña Continental Libertadora del General San Martín, con las tropas del General Belgrano en las barrancas del Paraná, y tantas más.
Artiguista fue el litoral y la campaña libertadora del General Lavalleja - con los Treinta y Tres Orientales - contó con el concurso y el apoyo del pueblo de Buenos Aires. La Proclama de Lavalleja y las llamadas Tres Leyes hablan claramente de una pasión federal constitutiva.
El refugio de exiliados políticos de ambas bandas fue una constante desde siempre y hasta los dolorosos tiempos cercanos; las numerosas familias entrelazadas; la cercanía geográfica; el gaucho y la inmigración europea conforman "diferencias
parecidas", que más allá de juicios históricos, demuestran, como en el tango una identidad.
El enriquecimiento de nuestra cultura común por el aporte de infinidad de uruguayos de alto nivel artístico e intelectual y en todos los campos de la actividad argentina sería imposible de enumerar. Baste recordar a Cayetano Silva compositor de la Marcha de San Lorenzo y a Matos Rodríguez de la Cumparsita.
Todo lo cual, a pesar de ser obvio, es necesario y justo poner de relieve.
Es por todo ello y mucho más, que en consonancia con la decisión estratégica del Mercosur es que se puede hablar con propiedad de la hermandad de las dos capitales del
Plata, Montevideo y Buenos Aires, en "la puerta de la tierra".
Para expresar hoy este afecto de hermandad que constituye el alma de una voluntad de ser Patria Grande encontramos que el episodio ejemplar que unió la sangre de los rioplatenses enfrentando unidos al coloniaje fueron las Invasiones Inglesas al Río de La Plata. Es por ello que proponemos conmemorar el próximo 2006 como "Año de la Hermandad Rioplatense " al cumplirse los dos siglos de aquellos acontecimientos.
El ensayista Juan Carlos Espeche Gil, autor del polémico libro "Federación o Muerte ¿Orientales o Uruguayos?" afirma: "El origen temporal preciso de las Invasiones Inglesas al Río de la Plata se remonta a octubre de
1804, cuando el Comodoro Sir Home Popham propuso a Lord Melville, Ministro del Gabinete británico un plan que incluía la conquista del Río de La
Plata, Buenos Aires y Montevideo, por ser considerada la posición más importante para los intereses de la Gran Bretaña en ese lado de la América del Sur. El 25 de julio de 1805 el gabinete se resolvió por la conquista del Cabo de la Buena Esperanza en el extremo sur de
Africa, que estaba en manos holandesas. Esa operación se inició en agosto de 1805 y se le dio el mando de la flota británica a Sir Home
Popham, quien ocupó el Cabo el 18 de enero de 1806. Decidió éste seguir adelante con su plan de 1804 y ocupar también el Río de La Plata. Dispusieron para la empresa 1.700
soldados, 2 fragatas y 3 corbetas. Cabe agregar que posteriormente y ante el hecho consumado del éxito en Buenos
Aires, el gabinete inglés bendijo la invasión y el pueblo de Londres le obsequió una espada de honor a Sr. Home
Popham, con grandes aclamaciones populares y paseo del tesoro robado del Virreinato del Río de La Plata por las calles de Portsmouth el 17 de septiembre de 1806.
Extralimitando las órdenes que lo restringían al sur de Africa, Sir Home Popham navegó hacia el Río de La
Plata, impulsado por su ambición y, encandilado por sus conversaciones con
Miranda, quien buscaba en las cortes europeas apoyos contra España, y que le auguraba simpatías y apoyos entre los
criollos, porque estos aspiraban el libre comercio contra el monopolio peninsular.
Entre los que preferían no dejar pasar la oportunidad de avanzar sobre la América española, estaban los que querían anexararla al Imperio Inglés y otros que preferían que fuesen los hispanoamericanos políticamente "independientes" pero económicamente dependientes del poder inglés obteniendo de los "independizados" franquicias comerciales
extraordinarias, porque, para esto Inglaterra ya era la "reina de los mares" y podría libremente imponer sus conveniencias comerciales. La duda estaba entre ser "libertadores" o invasores y esto generaba contradicciones y pujas políticas en
Londres, dónde las Logias extendían su influencia hasta la España católica y sus colonias americanas a través de
aventureros, comerciantes, patriotas visionarios y ambiciosos buscadores de fortuna.
La inteligencia inglesa tenía conocimiento del conflicto de intereses que existía entre los comerciantes portuarios del Río de La Plata que deseaban el libre comercio contra el monopolio español, pero no se tenia en cuenta que esos comerciantes no representaban la opinión de los 60/70.000 habitantes de la ciudad de Buenos Aires por ejemplo y mucho menos los de la población criolla del virreinato que mayoritariamente habitaba la campaña. Los agentes Thomas O´Gorman y James F. Burke habían establecido en 1804 muy estrechos contactos con comerciantes y con Saturnino Rodriguez Peña entre
otros, pero en general, estos querían el libre comercio pero también la independencia política.
Al llegar a Buenos Aires noticias de una flota inglesa que estaba recuperándose en Brasil de tormentas padecidas y que la habían desviado de su rumbo al sur de Africa para desalojar a los holandeses allí
instalados, las autoridades españolas calculando que se dirigía a Montevideo habían enviando refuerzos al Gral. Ruiz Huidobro gobernador de esa plaza.
El 18 de junio de 1806, llegan a Buenos Aires alarmantes noticias de una flota inglesa ingresando por el Río de La Plata y el 25 de junio la flota invasora proveniente del Cabo desembarca sus fuerzas a la altura de Quilmes dejando la Banda Oriental para después Se produce el triunfo británico y la ciudad cae el 27 de junio de 1806 en manos de las tropas de Jorge III. Nuestras bajas fueron aproximadamente 400 entre españoles y americanos.
Los ocupantes imponen a funcionarios y eclesiásticos el juramento de lealtad al nuevo Rey inglés y la mayoría
accede, ceremonia que tuvo lugar el 5 de julio de 1806. Para los particulares dicho juramento es voluntario y casi nadie jura. Manuel
Belgrano, para no hacerlo escapa a la Banda Oriental y se dice que en esa ocasión expresó: "No se trata de cambiar de
collar, hay que dejar de ser perro",.
Se decreta la libertad de comercio y la ciudad es también invadida por productos ingleses que venían en los barcos junto con las tropas. Y los británicos fueron conquistadores en lugar de "libertadores" como algunos soñaron.
Liniers, que tampoco había prestado juramento de fidelidad a Jorge III, escapa también a Montevideo en donde es reconocido como Jefe ante la fuga del Virrey a Córdoba recibiendo total apoyo de Ruiz Huidobro y de la población. Liniers regresa con un grueso contingente de hombres y en su marcha para cruzar el río, por
Colonia, en julio de 1806 ya excede el millar. Desembarca en el Tigre el 4 de agosto de 1806. Llegado a los corrales de Miserere cuenta ya con más de 3000 efectivos entre tropa y voluntarios con los que emprende la reconquista. Tras tres meses de ocupación inglesa la ciudad es liberada por los
rioplatenses, orientales y argentinos. El día 12 de agosto de 1806, el Vizconde de Beresford -Sr. William Carr- rinde su sable a Liniers bajo la recova del Cabildo.
No es casual que entre los orientales reconquistadores revistara un Ayudante Mayor del cuerpo de veteranos de caballería de Blandengues de las fronteras de
Montevideo, que después de combatir en los corrales de Miserere y el Retiro,
etc, fue comisionado para llevar la noticia de la victoria a su Montevideo natal. Este Blandengue José
Artigas, es quien en el devenir de su vida se convirtiera en el Jefe de los
Orientales, defensor de las autonomías provinciales y de la Banda Oriental contra las invasiones portuguesas. Fue el Protector de los Pueblos Libres y uno de los fundadores del Federalismo argentino.
A pesar de la derrota los barcos de Sir Home Pophan quedaron en el Río de la
Plata, hasta recibir el refuerzo de 61 barcos y un total de 11.000 soldados llegados en varias etapas al mando del Gral. Achmuty. Esta vez
si, cumpliendo expresas instrucciones, ocupan primero Maldonado y posteriormente sitian y atacan Montevideo que cae el 3 de Febrero de
1807, después de dos semanas de bombardeo y combate. Toman prisionero a Ruiz Huidobro a quien mandan preso a
Inglaterra, así como a oficiales y soldados. La ocupación de la ciudad fue con mano
dura, y se completa con la toma de Colonia el 5 de marzo de 1807. Mientras el Vizconde de
Beresford, Gral William Carr, prisionero de los patriotas en Lujan, , logra escapar a Montevideo todavía bajo mando inglés, con la ayuda de sus confabulados de las logias.
El 28 de Junio de 1807 al mando del Gral. John Whitelocke desembarcan los
ingleses, en su segunda incursión contra Buenos Aires, en la Ensenada de Barragán y el 5 de Julio son definitivamente vencidos dentro de Buenos
Aires, destrozados en las calles con la participación de los habitantes de la ciudad".
En la segunda rendición inglesa en Buenos Aires, el 7 de julio de 1806 se estipuló un plazo de dos meses para que los conquistadores abandonaran también Montevideo y los oficiales ingleses prisioneros fueron liberados
solo, después de jurar que jamás emplearían sus armas contra Sur América. Cumpliendo con lo convenido los británicos se retiraron de Montevideo después de aproximadamente ocho meses de ocupación.
Estos acontecimientos desconcertaron tanto a españoles y criollos pudientes como a los propios
ingleses, sorprendidos por la abnegada participación popular criolla que fuera después motor de toda la historia rioplatense y determinante en los resultados de esta epopeya que unió con sangre a orientales y argentinos y que le valió a Montevideo el título de "Muy Noble y Reconquistadora".
Así como el Templo Inglés y la calle Brecha en Montevideo traen a la memoria de los orientales aquellos
acontecimientos, aquí en Buenos Aires, son las banderas - trofeo arrebatadas al vencido y las balas de cañón incrustadas en la torre de la Iglesia del Convento de Santo Domingo las marcas que recuerdan esa gesta a los argentinos.
A los doscientos años de estos hechos, fundantes de la hermandad de las dos
ciudades, Montevideo y Buenos Aires, la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, debe testimoniar su conciencia histórica de identidad rioplatense, declarando con justicia el año 2006 el "Año de la Hermandad
Rioplatense"
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