tam, tam, tam,... en el barrio del
tambor con "los verdes... ya se viene el carnaval
Desde el 4 de febrero, la revitalizada fiesta
popular del Carnaval contará con 41 corsos barriales por los que
transitarán más de 100 murgas que reúnen a más de 16.000 vecinos
"murgueros".
En nuestro barrio se prepara la tradicional murga
Los Verdes de Monserrat que haciendo honor al antiguo nombre con que
se conocía al barrio en la época colonial como "el barrio del
Tambor" por su inmensa población negra y los ritmos con los
que pasaban sus momentos de culto y de esparcimiento si es que tal
cosa podían disfrutar quiene eran esclavos.
Suena la murga en Monserrat, suena el tambor y los
murguistas se preparan para deleitar a vecinos y extranjeros que por
estos días son multitud en Buenos Aires.
Los negros, divididos en naciones,
concentraban sus actividades en la parroquia de Monserrat, conocida
también por Barrio del Mondongo y Barrio del Tambor, y Se
agrupaban en una especie de sociedades mutualistas y tenían sus sitios
o tambos, donde celebraban sus ritos con reminiscencias
africanas y practicaban sus danzas y sus candombes
ensordecedores.
Don Juan Manuel de Rosas, solia concurrir a los huecos
donde los negros llevaban a cabo sus fiestas. Puede citarse una
visita realizada al candombe de la nación Congo
Augunga, allá por 1838, en la esquina que hoy forman las calles San
Juan y Santiago del Estero. Vistiendo su relumbrante uniforme de
brigadier general y acompañado por esposa, doña Encarnación
Ezcurra, su hija Manuelita y demás séquito, Rosas recibió con
gesto solemne el juramento de lealtad de sus amigos fieles, para
contemplar luego el baile de los morenos, que en tal ocasión no lo
hicieron en rueda, sino por parejas, interpretando una samba
o semba, que era acompañando por el tam-tam de los grandes
tambores.
El martes de carnaval se llevaba a cabo una
llamativa ceremonia, conocida como Día del entierro, cuya
realización se prolongó hasta después de la caída de Rosas, al
reanudarse los festejos. En la fecha señalada, los vecinos de cada
barrio colgaban en un lugar determinado un muñeco hecho de paja y
género, al que denominaban Judas, que luego era quemado, en medio
del regocijo general. En la era rosista se estilaba simbolizar en el
muñeco la figura de algún enemigo político del Restaurador,
elegido generalmente entre los unitarios emigrados.
El más importante de estos actos solía realizarse
en la plaza Monserrat, que contaba con el marco que le brindaban las
tropas de carretas llegadas del interior, cargadas con frutos del
país, el sinnúmero de ranchos de barro y paja que abundaban en
esos lugares y la famosa Calle del Pecado, llamada sucesivamente
Fidelidad y Aroma, que se extendía paralelamente entre las actuales
Moreno y Belgrano, donde se levanta el edificio del ex ministerio de
Obras Públicas.
Hoy, el carnaval se celebra en distintas partes del
mundo, atrayendo a miles de turistas de otras latitudes para sentir,
vibrar y cantar con el paso de las comparsas. Así, por ejemplo, el
Carnaval de Río de Janeiro en Brasil, el de Oruro en Bolivia, el de
Venecia en Italia, o el de Gualeguaychú en Argentina hacen que
participantes y espectadores se contagien con el ritmo de las
"batucadas", disfrutando de un espectáculo poco habitual.